domingo, 15 de marzo de 2009

Mosaico de visiones, con pretensión exótica y maldita.



Bajo los cielos antiguos de Oriente
desfilo en procesión hacia el Infierno,
profana flor de yugo sempiterno,
imperio de la noche decadente.

Magna la sangre de lírica ardiente,
Baudelaire se retuerce en el Averno,
avenidas que acunan largo invierno,
estatuillas de ritmo penitente.

Bajo tus cielos, Oriente, transitan
las almas de rastreros pecadores,
inmundas las tabernas que palpitan

cuando sueña el candil de los dolores.
Por las riberas del llanto se agitan
las miserias de astutos ruiseñores.


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